miércoles, 10 de septiembre de 2014

El Buen Trato en las relaciones de cuidado con niños y niñas.

El Buen Trato en las relaciones de cuidado con niños y niñas.
El Buen Trato en las relaciones de cuidado con niños y niñas.
El Buen Trato en las relaciones, y particularmente con niños y niñas pequeños (as), no es sólo la ausencia de situaciones de maltrato. Es una buena señal que estos hechos no ocurran, sin embargo, hablar de Buen Trato, invita a una reflexión mucho más profunda respecto a cómo los adultos nos relacionamos con ellos/as cotidianamente en nuestras familias, y fuera de ellas, en nuestras comunidades, e inclusive en espacios públicos.
El Buen Trato, antes que todo, es una forma particular de relación entre las personas, que se basa en un profundo sentimiento de respeto y valoración hacia la dignidad del otro (a). El Buen Trato se caracteriza por el uso de la empatía para entender y dar sentido a las necesidades de los demás, la comunicación efectiva entre las personas a fin de compartir genuinamente las necesidades, la resolución no violenta de conflictos, y un adecuado ejercicio de la jerarquía y del poder en las relaciones.
Si pensamos en el cuidado infantil, el Buen Trato da cuenta de un modo distinto de relación entre los adultos, niños y niñas, donde se pone al centro la satisfacción de sus necesidades de cuidado y bienestar, de modo de asegurar el desarrollo de sus máximas potencialidades en ambientes cariñosos, respetuosos y seguros afectivamente.
El Buen Trato se desarrolla, se aprende y es un proceso que debe iniciarse en la primera infancia. Y uno de los caminos claves para que los adultos cuidadores puedan desarrollar comportamientos de buen trato es el adecuado ejercicio de la autoridad en la crianza de niños y niñas.
Es importante saber que es posible ejercer un estilo de disciplina basado en el uso de normas y límites que ayude a niños y niñas a vivir en sociedad y, al mismo tiempo, respete su integridad psicológica y emocional. Es necesario comprender por fin, que para educar no se requiere un uso desmedido de la autoridad, sino un adecuado equilibrio entre la firmeza para poder normar, y sobre todo el cariño de los padres, madres y/o adultos para educar y criar desde el amor y el respeto.
El aprendizaje de Normas y Límites en los primeros años de vida
Si pensamos en la necesidad del Buen Trato en las relaciones entre los adultos y los niños y niñas, vemos que las normas y los límites aportan enormemente a mejorar la convivencia y son herramientas necesarias para resolver los conflictos que puedan presentarse en la crianza.
Aceptar los límites y normas que exige la sociedad no siempre es una tarea fácil. Pero ¿qué pasaría si los límites y normas no existieran? La respuesta es clara: vivir en comunidad sería un tremendo caos.
Si para los adultos resulta difícil respetar las normas como cruzar con luz verde o dar el asiento a personas discapacitadas físicamente, es necesario tener en cuenta que para los niños y niñas puede ser aún más difícil debido a características propias de la etapa vital que viven: la existencia de un pensamiento egocéntrico: “yo primero, yo segundo, yo tercero…”  y la necesidad de gratificación inmediata que se observa en el deseo de conseguir lo que desean “aquí y ahora”: “¡quiero el dulce ya!”.
Los niños y niñas, como todas las personas, son amantes de la libertad y por ello, “quisieran hacer siempre lo que quieren”. Pero cuando hacer lo que quieren puede hacerles daño a ellos mismos o a otros, es necesario que los adultos intervengan, y una forma de hacerlo constructivamente es a través de la enseñanza adecuada de normas y límites. En la medida que niños y niñas las conozcan e internalicen tempranamente, les será más fácil desenvolverse socialmente en el jardín, en su hogar y en su comunidad. Incluso, para niños y niñas pequeños las normas y límites son una necesidad de desarrollo y es deber de los adultos responsables satisfacerlas, con la finalidad de que puedan convivir adecuadamente  en sociedad.

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